lunes, 31 de agosto de 2009

Viajes



Vuelvo a abandonar mi alma a la carretera.
Resentida, se alejó del vaivén dulce de las aterradoras curvas de asfalto y precipicio, y me negó el extraño placer de matar horas al volante. Asustada negó disfrutar viendo contiguos paisajes tostados.
Pero es hora, ya es hora de olvidar y dejar a la inspiración hacerse cargo de un nuevo tema del que hablar, sentir.
Y lo que siento ahora son los pueblos blancos escondidos entre gargantas verdes como la misma suerte. La luz entorna los párpados y la velocidad recorre como un espasmo mis piernas adormecidas.
Vámonos juntas, conozcamos un nuevo lugar y enamorémonos de un nuevo banco girado hacia la puesta de sol de un pueblo hasta ahora desconocido. Quiero pasar contigo seis o siete horas en silencio, con una boba sonrisa en la cara cansada, como tu vista por tanta belleza enlatada en una vulgar postal de cincuenta céntimos, que tu sabes que vale más, mucho más que eso.
Coge tu cámara y tus manos ansiosas por plasmar el centenar de sentimientos al borde del desmallo, quieren ser algo, no un simple cosquilleo de frío en tus dedos.
Echaremos a correr por angostas calles en cuesta, de blancas casas y mirada negra de secretos y geranios rojos andaluces. Nos reiremos desfallecidas en lo alto de una colina grisácea, mirador del Atlántico, puente de culturas fugaces, pero permanentes en nuestra historia. Plasma tus fotos, inspirarás mis palabras. Forma parte de ellas, te necesitan, te necesito. Viajemos juntas, sólo tú y yo. Volvamos a ser parte de la misma canción.
¿Querrás hacerlo? ¿Querrás alejarte conmigo? Sin ti, el viaje desgastará mi corazón.

Foto: rocicasiperono

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