domingo, 24 de enero de 2010



Mírame, sentada en la alfombra triste, con los dedos llenos de pegamento.
Escuchando canciones de Quique, con rayos de luz atravesando las cortinas.
Siento que soy un desastre andante, que no me enseñaron a moverme por el mundo.

Adri siempre se ríe de mis manías. Su casa es bonita, acogedora. Bajamos al portal acristalado y, no sé por qué, siempre camino rodeando las columnas. Sonríe. Me acepta.
Desde el parque se ve Madrid. La urbanización de las cúpulas blancas tiene las mejores vistas de Pozuelo, y cuando pasas con el autobús y sales con Nuestro siete, las líneas del cielo se confunden con las de la ciudad. Atravesando La Casa de Campo.

Elvira es otro caos como yo. Me mira con sus ojos tristes y pone pucheritos. Baja los párpados y pone cara de "Lo que tú digas". Ella siempre lo sabe todo de mí, es como un espejo a la luz de la mañana: Muestra las cosas sin medias tintas.

¿Y Mariana? Maru es sexy, cómica. Anda despacito con el cuerpo hacia delante. Tiene los labios más bonitos que he visto. Es algo reservada, cuesta que te abra el corazón. Por eso asusta cuando la ves frágil. Te dan ganas de pegar patadas para que no le pase nada.

Bea y Andrea son un conjunto. Bea es nerviosa; Andrea, silenciosa.
B tiene los ojos grandes y parecen de dibujo animado. Su risa es maliciosa y sus pasos desacompasados, rápidos. Te abraza y retuerce el cuerpo, cuando salimos es la que pone la música alta en el coche, y mientras las demás dormimos, ella culmina la fiesta. Es muy graciosa y algo ácida.
Cora es ssssssensual. La he escrito muchas veces porque me inspira, ya lo sabe. Es la persona más de verdad que conozco. Si hubiera nacido unos siglos antes habría sido algo así como emperatriz. Pero ahora pasa mucho de las convenciones.

Las adoro.

No sé por qué os escribo ahora de pronto. Os echo de menos. Estoy un poco melancólica y tengo ganas de veros, y no con cuentagotas.


Foto: Maru, Ciudad Realeña

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