lunes, 8 de marzo de 2010

Números cardinales.



Uno se cruza con dos
Tres. Me mira
Cuatro, deseo
Cinco... Me incendia
Seis y se acerca

¿Siete? Seguimos.

Ocho los días de la semana que me hacen falta para tenerle
Nueve horas para cambiar destinatarios
Diez son los minutos de su casa a la mía
Y otros once de placer, como dice Paulo Coelho

Siete canciones de otros dedos, que dedicas como tuyas
Seis los que yo quiero para tocarle
Cinco los que tengo, y casi no me llega

Seis letras su nombre, como Chaouen

Cinco ojos en su cara, tres me miran por dentro y otros dos, me
desnudan
Tres veces nos cruzamos. Y, borracho de valor, me besa
Dos en la cama de uno
Tres, el conjunto de las partes

(Uno más uno, más que la suma
Sinergia)

Cuatro. Tacto, y pierdo el Norte.

Mil veces siete, sus virtudes
Bastantes menos las mías
Seis parecen, sus yemas en mi espalda
Cinco que se mueven muy rápido
como ráfagas de luz, de metralla

Balas de calma, directas al alma
Me mira, me ve. Me hace crecer
Hace saltar mis alarmas.
No sé cuantas: palabras en susurro. En secreto
En gemido.

Me advierten de que caen las defensas
Perdí la guerra de la resistencia
Pido paz entre sus brazos
Bandera blanca de sus sábanas.
Y suspiro

Dos sus metros de cuerpo blanco, de estatua de marmol
Un punto me hace falta para que estalle
Y tres los pasos para mi rendición
Y dos. Dos. Dos. El resto me sobra


Y de todo lo demás, no me creo nada




Foto: Halloween, Lauri y yo y Diego por ahí. Esa noche fue a Marilyn




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