jueves, 5 de agosto de 2010




Cuéntame, qué tal estás. ¿No te parece que hayan pasado muchas vidas desde el último abrazo? Los días eran largos, los veranos cansados, agosto se arrastraba derritiéndose de calor, diciembre nunca terminaba de llegar. Nos creímos reyes del tiempo, libres, y míranos ahora: nuestras caras se difuminan en fotos sin fecha. ¿Cuando te fuiste?

Todo ha cambiado de golpe, como siempre suele pasar. Quisiste creer que ese momento nunca llegaría, y hoy ya no es casi ni parte del pasado. Es otra vida. Otro rostro. Otra persona. A veces pienso que ni siquiera exististe. Por más que cierro los ojos, no recuerdo tu perfume, ni tus manos, ni tu forma de hablar. Siempre decías que teníamos que aprovechar el momento al máximo. Me enseñaste bien.

Y ya, no importa nada. Nada, te lo aseguro. Nada me para, nada impide que haga lo que quiero en cada instante, ya nadie puede hablarme de compromisos, de obligaciones, de convenciones, de lo normal, de lo correcto. Y a la mierda, vivir es nuestra única respuesta. Pero, dime...

¿Alguien va a llegar donde tú dejaste tu huella?




Foto: Perdido en la ciudad. Londres

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