miércoles, 19 de enero de 2011


La vida.
Esa estúpida desconocida que me mira por la mañana en la estación de tren.

Parece comprender que tú y yo somos un poco más cada día, que crecemos con cada gesto y con cada palabra. No le importa en absoluto que suframos, que la rutina se nos haga cuesta arriba. ¿Qué más le da el destino, qué le importa nuestra parada? Y repite en silencio que las oportunidades sólo pasan una vez. Súbete o llegas tarde, no hay miramientos.

En silencio, como tú, que dices con los ojos que te tira el viento. Que amar es dejar volar, que todo se regala, excepto la razón. Y tu voz te lleva lejos.

Y luego una lágrima tuya me grita que me seguirás queriendo. Aquí, allí, donde sea. Siempre bajo el mismo cielo.

Que la luna es la misma cada noche, somos nosotros los que vamos más lento. Incapaces de comprender que el mundo no se postra a nuestros pies, y que el amor exige de pena, un precio a pagar por el mayor regalo, la mayor aventura, y a veces, el mayor desaliento.

Foto: Subway Londres

jueves, 13 de enero de 2011


Una y mil veces
volvería sin duda a hacerlo
Mil fracasos, mil intentos
mil secretos y mil versos.
Una y mil veces
volvería a seguir los pasos
que me llevaron a tu encuentro.
Forjando el corazón en piedra
para que lo deshagas con tus dedos
Una última vez, quisiera
recordarte que cuando sueño
no hay más luz que la de tus ojos
Ni mejor sabor que el de tus besos.


F. Invierno 2010

miércoles, 12 de enero de 2011

Búsqueda



Es tu vida
la que corre entre los dedos, y coge el metro por la mañana
cambia los vagones por recuerdos de mil caras
y se confunde con otro espejistmo en la ventana, un reflejo de ayer
o una visión temprana.
Rápida como el placer, letal como llamas.
Memoria como una daga, deseos de un futuro
similar a lo que amabas.

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