viernes, 5 de junio de 2009

Desolación


Te escribo con lágrimas en los ojos, como es normal en estos tristes días de desolación y vacío.
Sabes que no lo quise así, que nada de ésto entraba en nuestros planes, el mágico futuro planeado al detalle por tu arrolladora mente, bendita. Sabes que quise llegar contigo al fin del mundo, crecer, madurar, volar, soñar, respirar, llegar a ser... Sabes que quise aprender contigo amor.
Pero el fin de nuestro mundo llegó, antes de su día.
Contemplo a la ciudad dormir mientras mi alma va poco a poco alejándose, y tu fragancia va borrándose de mi memoria. ¿Por qué? ¿Por qué tuvimos que sufrir todo ésto antes de tiempo?
El sinsentido y la impotencia de no poder frenar el destino, nuestros días teñidos de palabras grises, despedidas cada amanecer hasta el momento en que pronunciemos la definitiva.
Perdóname por huir, vida mía. Perdóname, pero sabes que mi defecto nunca ha sido la cobardía
Y sí lo fue amarte demasiado... No poder contemplar tus ojos teñidos de melancolía al decir el adiós definitivo, las palabras que mutilen nuestras vidas.
La negra noche teñida de rojo me reclama, su imparable marcha me grita, me llama.
Y corro... Sólo en mi mente corro y te robo el último beso. La última bocanada de oxígeno para mi corazón en ruinas. Solo entre la ciudad y sus espinas.


Foto: Javier Salinas
Aparece: Diego Martínez Gosálvez

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