Las paredes de mi habitación dan a la calle, y siento cómo me rodea la lluvia. El tiempo está congelado otra noche más, pero esta vez no lo recuerdo bien. ¿Fuiste tú quien se cayó de mi silla, o él?
Tenía un tornillo suelto, y sobre todo muchas ganas de hacerme reír. No consigo distinguir realidad de sueño, y quiero saber quién sabía hacerme feliz...
Así que, por favor, hazlo tú. Llena el coche de gasolina y ven a por mí. Si quieres yo la negocio, me vendo para verte otra vez más, para poder decir al fin que eres, que dejas de parecer. Que estás. Démonos prisa que nos quedamos sin tiempo. Tú no te preocupes por mí.
Total, ¿qué más da? Un polvo por tenerte del todo, durante unas horas. Un trozo de piel por tener hueco en tu cama. Un beso por aprender quién eres. Una sonrisa para que me cures luego la pena.
Eso sí. Las miradas no se venden.
Foto: María y Mariluz en el TREENNN
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