Sevilla huele a Semana Santa. En las esquinas hay Secretos, bajo los trajes del jueves santo y pegada a la piel, poesía.
Más de 40.000 naranjos impregnan el aire de Azahar. Este año ha hecho mucho frío, y no han madurado todavía. Mamá llora cuando ve entrar a Triana, y a mi se me estremece el cuerpo de sentirla temblar en mi espalda. Aprieta el calor y me quemo la cara un poco, van a empezar a salirme pecas.
Irene me hace reír a carcajadas, vuelvo a ser la niña que iba a la urba de al lado a bañarse en la piscina y jugar al escondite en el hueco detrás de la litera, pegada a la pared, lleno de cajas de juguetes.
En la casa retumban las carreras de los pequeños, y también escucho cómo los perros corretean. Tiquitiquitiqui.... Por el pasillo. Pero aun así puedo dormir la siesta, con el colchón tirado en el suelo de su habitación, sótano.
Oasis de Marzo.
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