Hay un sitio donde guardamos las palabras que no somos capaces de explicar. Es un hueco entre el olvido y las experiencias, que no puedes abrir, que no puedes controlar, que no puedes modificar. No somos capaces de dejarlo atrás, ni podemos recordarlo con claridad. Es como una sensación pasajera, una intuición, un nudo en la garganta. Es una sombra en la cara, una frase a medio pensar, esa que está en la punta de la lengua, pero no llega.
Hay un espacio en negro en toda cabeza. Esa oportunidad que no aprovechaste a tiempo. Ese amigo que no volverá. Esa persona que se fue. Ese reproche que no llegaste a hacer.
Hay un instante en el que puedes decidir si almacenar otro silencio. O empezar a gritar.
F. Álvaro
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